domingo, 28 de abril de 2019

Fuertes en la aflicción, pues Él nos ha escogido

Te he escogido en horno de aflicción (Isaías 48:10)

"Consuélate, probado creyente, con el siguiente pensamiento: Dios dice: «Te he escogido en horno de aflicción». ¿No viene a nosotros esta palabra como si se tratara de una tenue lluvia que mitiga los ardores de la llama? ¿No es acaso como una coraza de asbesto contra la cual el fuego no tiene poder? Que venga la aflicción; Dios me ha escogido.

Pobreza, puedes golpear a mi puerta; Dios ya está dentro de mi casa y me ha escogido. Enfermedad, puedes entrar; ya tengo el bálsamo: Dios me ha escogido. Cualquier cosa que me acontezca en este valle de lágrimas, yo sé que Él me ha escogido. Creyente, si tú buscas un consuelo aun mayor, recuerda que tú tienes al Hijo del Hombre contigo en el horno. En tu solitaria habitación se sienta uno junto a ti, a quien no has visto, pero a quien amas; y quien frecuentemente, cuando tú ni te das cuenta de ello, hace blanda tu cama y suave tu almohada. Tú te hallas en pobreza, es cierto, pero el Señor de vida y gloria es en tu desolado hogar un asiduo visitador. A Él le agrada ir a esos lugares solitarios para visitarte. Tu amigo se pone junto a ti muy estrechamente. No puedes verle, es cierto; pero puedes sentir el apretón de sus manos. ¿No oyes su voz? Aun en el valle de la sombra de la muerte te dice: «No temas que yo soy contigo; no desmayes que yo soy tu Dios». Recuerda aquella noble palabra de César: «No temas, tú llevas a César y toda su fortuna».

No temas, cristiano: Jesús está contigo. En todas tus ardientes pruebas su presencia es tu consuelo y tu seguridad. Él nunca dejará a uno que ha escogido para sí. «No temas que yo soy contigo» es la segura palabra de promesa a sus escogidos que están en el «horno de la aflicción»."

Charles Spurgeon

viernes, 5 de abril de 2019

No nos resignemos a la inutilidad


Levántate, Aquilón, y ven, Austro; soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas

(Cantares 4:16)

"Cualquier cosa es mejor que la calma mortal de la indiferencia. Bien pueden nuestras almas desear el Aquilón de la prueba si únicamente ese Aquilón puede extraer el perfume de nuestros dones. Mientras no se diga «Jehová estaba en el viento», no podremos evitar el ventarrón más tormentoso que jamás haya soplado sobre las plantas de la gracia divina. ¿No se somete aquí humildemente la esposa a los reproches de su amado, suplicándole solo que le envíe su gracia en alguna forma, no poniendo ninguna condición en cuanto al modo de enviarla? ¿No estaba ella, como nosotros, tan aburrida de calma mortal e impía que ansiaba tener algo que hacer? Con todo, deseaba también el cálido viento del consuelo, las sonrisas del amor divino y el gozo de la presencia del Redentor. Estas cosas suelen ser muy eficaces para despertar nuestra perezosa vida. Ella desea una cosa o la otra, o ambas, con tal de poder deleitar a su amado con los frutos de su jardín. No puede resignarse a ser inútil, ni tampoco lo podemos nosotros. ¡Cuánto nos alienta pensar que Jesús puede hallar satisfacción en nuestros pobres y débiles dones! ¿Lo hallará en verdad? Esto parece demasiado bueno para ser verdadero. Bien podríamos solicitar la aflicción –y aun la muerte– si nos ayudaran a alegrar el corazón de Emmanuel. Que nuestros corazones sean pulverizados si solo por medio de eso nuestro suave Señor puede ser glorificado. Los dones que no se ejercen son como los suaves perfumes que dormitan en los cálices de las flores. La sabiduría del Gran Labrador domina las diversas causas que se oponen a que se produzca el resultado deseado, y hace que tanto la aflicción como la consolación extraigan los gratos perfumes de la fe, el amor, la esperanza, la paciencia, la resignación, el gozo y de las otras flores hermosas del jardín. ¡Ojalá conozcamos por experiencia lo que esto significa!"

Charles Spurgeon

 

Las palabras No ha dejado (Por Charles Spurgeon)

Las palabras «No ha dejado» (1 Samuel 7:12) son como una mano indicando hacia el  pasado.  Había pasado «mucho tiempo… veinte años» (1 Samue...