lunes, 30 de septiembre de 2019

Las palabras No ha dejado (Por Charles Spurgeon)

Las palabras «No ha dejado» (1 Samuel 7:12) son como una mano indicando hacia el pasado. Había pasado «mucho tiempo… veinte años» (1 Samuel 7:2), pero aun si hubiesen pasado setenta, «el Señor no ha dejado de ayudarnos». Sea a través de pobreza, de riqueza, de enfermedad o de salud, en casa o fuera de ella, en tierra, mar o aire, en honor, en deshonor, en dificultades, en gozo, en pruebas, en triunfos, en oración o en tentación, «el Señor no ha dejado de ayudarnos». Siempre disfrutamos cuando vemos un largo camino bordeado de árboles frondosos y hermosos. Los árboles son deliciosos a la vista y parecen estar formando un templo de plantas con pilares fuertes de madera y arcos de hojas. 


En la misma manera en que disfruta viendo un camino como el que hemos descrito, ¿por qué no mira atrás al camino que ha transitado a lo largo de su vida? Observe las largas ramas de la misericordia de Dios y los fuertes pilares de su amorosa bondad que le ha producido tanto gozo. ¿Ve aves cantando en las ramas? Si se fija detenidamente, con seguridad verá muchas porque ellas le están cantando a la misericordia que Dios «no ha dejado» de brindarles. Estas palabras también apuntan hacia adelante


Alguien que llega hasta cierto punto y escribe las palabras «no ha dejado» se da cuenta de que aun no ha llegado al final del camino y que todavía tiene una distancia que recorrer. Habrá más pruebas, alegrías, tentaciones, batallas, derrotas, victorias, oraciones, respuestas, fatigas y fuerzas. Y luego vendrán las enfermedades, la vejez, el desgaste físico y la muerte. Entonces, ¿se acaba la vida con la muerte? No. Todavía falta levantarse como Jesús… ver el rostro del Señor y compartir con los santos y experimentar la gloria de Dios… Así que, querido creyente… con acción de gracias y confianza alce su voz en alabanza… 


Cuando las palabras «no ha dejado» se lean a la luz del cielo, ¡qué gloriosa y milagrosa perspectiva revelarán ante nuestros ojos agradecidos! —Charles H. Spurgeon

domingo, 15 de septiembre de 2019

Nuestros patrones de pensamiento

Muchos, oyéndole (a Jesús), se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos?... Y se escandalizaban de él. Marcos 6:2-3



He aquí una persona que hacía milagros extraordinarios: sanaba a los enfermos, echaba fuera los demonios, resucitaba a los muertos... Esos milagros no tenían como fin sorprender o producir admiración. Por cierto, demostraban el amor de Dios a los hombres, pero, ante todo, confirmaban que Jesús era el Mesías prometido anunciado por los profetas, pero también era el Hijo de Dios. Entonces, ¿por qué los judíos se escandalizaron respecto a él? Jesús no frecuentó la escuela de los rabinos ni fue contado en la élite intelectual de la época. Su humildad voluntaria fue un obstáculo para la comprensión de sus contemporáneos. Un carpintero, capaz de realizar tales milagros y enseñanzas, ¡no era posible! Esos judíos tenían su manera de ver las cosas, un modelo de pensamiento coherente con su tradición. Los milagros de Jesús eran reales, pero los judíos rehusaban reconocer su origen divino porque esto chocaba contra lo que ellos siempre habían creído y pensado. Hoy muchas personas se han formado su patrón de pensamiento, el cual no es otro que el pensamiento del momento. Por ejemplo, creen que el hombre es el resultado de la evolución de una célula primitiva aparecida en la tierra por azar. Y, como en el tiempo de Jesús, rechazan la evidencia de la creación: la coherencia del universo, la precisión de las leyes que lo rigen, la belleza de la naturaleza, todo lo que sobreentiende la existencia de un Creador. Aún hoy debemos elegir entre nuestros propios esquemas de pensamiento y lo que Dios ha manifestado con tanta evidencia y claridad. 

Lectura: 2 Crónicas 31 - 2 
Corintios 4 - Salmo 105:37-45 - Proverbios 23:13-14

(Tomado del devocional La Buena Semilla)

domingo, 25 de agosto de 2019

Dejemos que Dios haga su trabajo

Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Romanos 8:28


El versículo citado hoy puede ser comparado con unos lentes a través de los cuales los cristianos deben mirar y apreciar todo lo que les ocurre.

“Todas las cosas”: esto comprende desde las más pequeñas hasta las más importantes, las desagradables como las agradables. De hecho, todas estas cosas no son más que medios que Dios utiliza para nuestra formación y bendición. Ninguna es una meta en sí misma. Este versículo nos ayuda a no enfocarnos en las circunstancias de nuestra vida, sino más bien en la mano de nuestro Dios quien las dirige. Siempre es una mano de amor, aunque durante mucho tiempo trabaje con instrumentos que hacen doler. Pensemos en el trabajo que el orfebre debe realizar para tallar y hacer brillar las piedras preciosas.

“Todas las cosas les ayudan a bien” o trabajan para el bien: el verbo en el original griego implica un trabajo, y es el de Dios. “Somos hechura suya” (Efesios 2:10), y para formarnos utiliza herramientas apropiadas.

Finalmente notemos que el versículo habla en plural. Considera el bien de cada uno y del conjunto de los creyentes. El Señor purifica y santifica a su Iglesia, y la introducirá sin mancha delante de él (Efesios 5:26-27).

Permitamos que Dios haga su trabajo en nosotros, para que seamos “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29). Así como un escultor toma un bloque de piedra y lo transforma a la semejanza del modelo que tiene ante sus ojos, Dios quiere hacernos semejantes a Jesucristo.

  Lectura: 2 Crónicas 11 - 1 Corintios 4 - Salmo 100 - Proverbios 22:5-6


(Tomado del devocional: La Buena Semilla)

jueves, 22 de agosto de 2019

El único medio de salvación

Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.

Hechos 16:3

Creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos.

Hechos 15:11

La palabra “diluvio” es utilizada frecuentemente, pero quizá muchos ignoran que el relato de este hecho se halla en las primeras páginas de la Biblia (Génesis 7:11 a 8:22). Jesús también habló de este tema con sus discípulos (Mateo 24:38). Varias veces la Escritura hace referencia al diluvio, precisando que Noé y su familia fueron salvos por la fe en Dios (Hebreos 11:7). Las cartas del apóstol Pedro citan este hecho como un ejemplo del justo castigo de Dios a las personas de aquellos tiempos que se habían alejado de él. Pero también anuncian que un día el mundo será destruido, no por un diluvio, sino por el fuego.

Los contemporáneos de Noé seguramente se burlaban de él viéndolo construir el arca (un enorme barco) sobre tierra firme. De igual manera, hoy muchos se burlan de aquellos que creen en Jesucristo para ser salvos, no de una catástrofe, sino del merecido juicio por sus pecados.

Sin embargo, las catástrofes difundidas por los medios de comunicación nos muestran la urgencia de poner nuestra confianza en Jesucristo. Solo se salvaron los que entraron en el arca antes del diluvio, es decir, Noé y su familia. La Biblia nos recuerda: “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo (que el nombre de Jesús), dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:14-15).

Lectura: 2 Crónicas 7 - Lucas 24:36-53 - Salmo 98:1-3 - Proverbios 21:29-30

(Tomado del devocional Buena Semilla)

domingo, 11 de agosto de 2019

Domingo 11 de Agosto

Domingo 11 Agosto
Así como el cuerpo (humano) es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. 1 Corintios 12:12
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 1 Corintios 12:27
La Iglesia: Cuerpo de Cristo Leer 1 Corintios 12:14-31 ¡Qué tema maravilloso constituye el cuerpo que habitamos! “Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido formado”, exclamó David (Salmo 139:14, V. M.). Sí, ¡qué diversidad y armonía a la vez vemos en ese conjunto ensamblado de miembros y órganos en el que hasta el más pequeño tiene su razón de ser y su función específica! El ojo y el dedo meñique, por ejemplo, no pueden reemplazarse el uno al otro. Pero el segundo permite quitar un cuerpo extraño que irrita al primero. Si un órgano no funciona correctamente, todo el cuerpo se verá afectado, y pronto se enfermará. Todo esto tiene su equivalente en la Iglesia. El Cuerpo de Cristo no es una organización, sino un organismo vivo. “Los miembros... que parecen más débiles, son los más necesarios” (v. 22); y cada uno debe tener cuidado para no despreciar su propia función (v. 15-16) ni la de los demás (v. 21). Por medio de sus oraciones, de una palabra propicia o de algún don material, un cristiano anciano o discapacitado puede sostener a un siervo de Dios. Así, lo que cada uno ha recibido, minístrelo a los demás como un buen administrador “de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10).
Sacado de «Cada día las Escrituras», meditaciones diarias de la Biblia Lectura: 1 Crónicas 24 - Lucas 19:28-48 - Salmo 92:10-15 - Proverbios 21:7-8 Escuchar el texto del día

domingo, 28 de abril de 2019

Fuertes en la aflicción, pues Él nos ha escogido

Te he escogido en horno de aflicción (Isaías 48:10)

"Consuélate, probado creyente, con el siguiente pensamiento: Dios dice: «Te he escogido en horno de aflicción». ¿No viene a nosotros esta palabra como si se tratara de una tenue lluvia que mitiga los ardores de la llama? ¿No es acaso como una coraza de asbesto contra la cual el fuego no tiene poder? Que venga la aflicción; Dios me ha escogido.

Pobreza, puedes golpear a mi puerta; Dios ya está dentro de mi casa y me ha escogido. Enfermedad, puedes entrar; ya tengo el bálsamo: Dios me ha escogido. Cualquier cosa que me acontezca en este valle de lágrimas, yo sé que Él me ha escogido. Creyente, si tú buscas un consuelo aun mayor, recuerda que tú tienes al Hijo del Hombre contigo en el horno. En tu solitaria habitación se sienta uno junto a ti, a quien no has visto, pero a quien amas; y quien frecuentemente, cuando tú ni te das cuenta de ello, hace blanda tu cama y suave tu almohada. Tú te hallas en pobreza, es cierto, pero el Señor de vida y gloria es en tu desolado hogar un asiduo visitador. A Él le agrada ir a esos lugares solitarios para visitarte. Tu amigo se pone junto a ti muy estrechamente. No puedes verle, es cierto; pero puedes sentir el apretón de sus manos. ¿No oyes su voz? Aun en el valle de la sombra de la muerte te dice: «No temas que yo soy contigo; no desmayes que yo soy tu Dios». Recuerda aquella noble palabra de César: «No temas, tú llevas a César y toda su fortuna».

No temas, cristiano: Jesús está contigo. En todas tus ardientes pruebas su presencia es tu consuelo y tu seguridad. Él nunca dejará a uno que ha escogido para sí. «No temas que yo soy contigo» es la segura palabra de promesa a sus escogidos que están en el «horno de la aflicción»."

Charles Spurgeon

viernes, 5 de abril de 2019

No nos resignemos a la inutilidad


Levántate, Aquilón, y ven, Austro; soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas

(Cantares 4:16)

"Cualquier cosa es mejor que la calma mortal de la indiferencia. Bien pueden nuestras almas desear el Aquilón de la prueba si únicamente ese Aquilón puede extraer el perfume de nuestros dones. Mientras no se diga «Jehová estaba en el viento», no podremos evitar el ventarrón más tormentoso que jamás haya soplado sobre las plantas de la gracia divina. ¿No se somete aquí humildemente la esposa a los reproches de su amado, suplicándole solo que le envíe su gracia en alguna forma, no poniendo ninguna condición en cuanto al modo de enviarla? ¿No estaba ella, como nosotros, tan aburrida de calma mortal e impía que ansiaba tener algo que hacer? Con todo, deseaba también el cálido viento del consuelo, las sonrisas del amor divino y el gozo de la presencia del Redentor. Estas cosas suelen ser muy eficaces para despertar nuestra perezosa vida. Ella desea una cosa o la otra, o ambas, con tal de poder deleitar a su amado con los frutos de su jardín. No puede resignarse a ser inútil, ni tampoco lo podemos nosotros. ¡Cuánto nos alienta pensar que Jesús puede hallar satisfacción en nuestros pobres y débiles dones! ¿Lo hallará en verdad? Esto parece demasiado bueno para ser verdadero. Bien podríamos solicitar la aflicción –y aun la muerte– si nos ayudaran a alegrar el corazón de Emmanuel. Que nuestros corazones sean pulverizados si solo por medio de eso nuestro suave Señor puede ser glorificado. Los dones que no se ejercen son como los suaves perfumes que dormitan en los cálices de las flores. La sabiduría del Gran Labrador domina las diversas causas que se oponen a que se produzca el resultado deseado, y hace que tanto la aflicción como la consolación extraigan los gratos perfumes de la fe, el amor, la esperanza, la paciencia, la resignación, el gozo y de las otras flores hermosas del jardín. ¡Ojalá conozcamos por experiencia lo que esto significa!"

Charles Spurgeon

 

Las palabras No ha dejado (Por Charles Spurgeon)

Las palabras «No ha dejado» (1 Samuel 7:12) son como una mano indicando hacia el  pasado.  Había pasado «mucho tiempo… veinte años» (1 Samue...